Caminábamos hacia el interior de aquel recinto, un grupo de personas elevado.
Realmente me recordó a cuando, tiempo atrás, entrábamos cada vez en el comedor del colegio.
Solo que no conocía a los allí presentes,
por muchas veces que me los hubiera encontrado, e incluso hablado, escuchado o mirado.
Pero ahí era distinto. Había una figura que brillaba entre la multitud.
Me pareció una buena idea seguirla. Porque era lo que mi cuerpo deseaba y mis piernas dieron la orden tajante.
Y no fueron las únicas. Toda yo estaba conforme.
Disimuladamente, me acerqué a ella, para que entrásemos juntas.
Ella se había dado cuenta, por lo que disminuyó el paso, pero sin que se notara demasiado.
Ambas mirábamoso al frente.
Una vez dentro, por estar ella delante mio, nos tocó sentarnos en una misma mesa.
Esa en concreto era de 4, y yo estaba enfrente suyo.
-¿Te gusta aquí o prefieres que nos cambiemos?
-Aquí está bien.-sonrió el ángel.
Entonces ocurrió un hecho tan extraño, que aun que sé que pasó, lo pienso y repienso asombrada.
Yo la miraba solo a Ella, pues para mi, nada más importaba en aquel instante.
Como si desapareciera el resto, en la mesa antes completa, ahora solo nos encontrábamos nosotras.
Y aun una en frente de la otra, las distancias se fueron acortando.
Noté que los pétalos de mi boca abrazaban a los suyos.
Pero, ¿acaso es eso posible?
Aun disimulábamos.
Ella me dedicaba sonrisas, y yo no podía evitar desbordar felicidad en aquel instante.
¿Nuestro primer beso?
Mi mano acariciaba la suya y se cogían con delicadeza.
Mientras yo, seguía contemplándola.
Porque todo lo que quería,
se encontraba delante mío.
Aquella energía amorosa
se canalizaba a través de nuestros cuerpos
Inagotable, incondicional, hermosa.
Pues allí, en aquella mesa disimulaban
el alegre ángel y la tímida rosa.
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[· Nuestro secreto ·]